El Keith Jarrett con el que más estoy familiarizado, y tal vez el que más me gusta, es el trio yanqui con Jack DeJohnette y Gary Peacock, que por cierto aún está activo despues de más de 30 años. Su reinterpretación de los standards es fantástica y siempre refrescante. Pero en este caso el trío es otro, anterior, y muy muy distinto. Todas las composiciones son propias. No hay standards. En la batería Paul Motian, del que ya he hablado mucho. Mi baterista de jazz preferido. En el contrabajo, Charlie Haden, quien me estoy dando cuenta de que es de mis bajistas preferidos también. Tiene un sentimiento profundísimo, un gran sentido melódico. y una voz muy propia.
Este material, originalmente grabado en vivo en 1972 en Hamburgo, fue mezclado para su lanzamiento actual el 12 de julio de 2014. 42 años después de su interpretación, y, no casualmente, al día siguiente de la muerte de Charlie Haden. Resulta que Manfred Eicher, el jefe del sello ECM, al enterarse de la muerte de tan querido y legendario músico, decidió sin demoras la mezcla y edición de este disco, a modo de homenaje.
La impresión al escuchar la música es como abrir el cofre de un tesoro antiguo. Sonidos de otra época, un grupo que ya no existe, una actitud de explorar comprometida pero también relajadamente, con percusiones, castañuelas, flautas.... un sonido con aires de algo que la posteridad daría en llamar "world music", pero que todavía no existía. También hay momentos bastante "free", como en el tema justamente titulado "Piece for Ornette", en referencia a Ornette Coleman, el impulsor del primer free jazz, de cuyo gran grupo Charlie Haden fue miembro. Pero la perla de todo el disco para mí son las frecuentes incursiones de Jarrett fuera del piano, puntualmente en el saxo soprano y la flauta. Los toca sin el profesionalismo de alguien que dedica su vida a esos instrumentos, sino más bien con un aire sucio, visceral, ayudado por recursos que no sé describir pero que son definitivamente planeados para lograr ese efecto. El más notable es cuando en la flauta, canta con sus cuerdas vocales la misma nota que está soplando, lo que crea un efecto de doble sonido muy primal y extraño. Ni hablar que cuando se sienta al piano sigue siendo nada menos que Keith Jarrett, lo cual ya es promesa de maravilla pura. Se la pasa improvisando pequeños momentos musicales que aparecen de la nada, y jugando con sus dos compañeros de viaje. El resultado es un disco disfrutable de principio a fin. Sé que ese recital duró casi el doble de lo que tenemos en este disco, porque tengo por ahi un imperdible registro en video. Me pregunto por qué dejaron afuera tantos otros temas. Tal vez la intención era lograr un material más conciso y que no sea cansador. Puede ser que hayan hecho bien. Me encanta. Recomendadísimo.
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